“Desde tiempos inmemoriales la gente ha hablado de paz, pero no la ha conseguido. ¿Será sencillamente que carecemos de suficiente experiencia? Aunque hablamos de paz, hacemos la guerra. A veces hasta guerreamos en el nombre de la paz. […] Puede que la guerra sea una parte tan intrínseca de la historia que no pueda eliminarse… jamás”. Las palabras del escritor rumano estadounidense y sobreviviente del Holocausto Elie Wiesel sentencian la incapacidad del ser humano para hacer la paz y vivir en ella. Son desalentadoras, pero al mismo tiempo, desafiantes. Si carecemos de experiencia para hacer la paz, pues no hay otra manera de adquirirla que como se hace en cualquier deporte o en cualquier trabajo: haciéndolo; repitiendo; prueba y error. Si la cuestión es que no solo hay que hablar de paz, sino también hacerla; pues hay que pasar a la acción, y si efectivamente no se puede borrar la guerra de la historia, pues entonces no hay que olvidarla y aprender de ella para no repetirla.
Colombia firmó un Acuerdo de Paz con las FARC en 2016 y más allá de los pros y los contras que han conllevado su discurso y su implementación; más allá de las críticas, los abucheos, los aplausos y los espaldarazos, lo cierto es que ese pacto entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla más antigua del mundo cambió la rutina del país y, sobre todo, alteró y está reconfigurando el día a día de las poblaciones históricamente afectadas con el conflicto armado. La salida de un actor armado, las expectativas por la llegada del Estado donde su presencia ha sido mínima o inexistente, la reconfiguración del territorio, la presencia de las Fuerzas Armadas en muchos territorios antes inaccesibles y la llegada de nuevos actores armados ilegales, sumados a los problemas de pobreza, corrupción, abandono, aislamiento, representan un nuevo contexto para los colombianos que allí habitan.
Por décadas, el estallido de las bombas, el ruido de las balas, el impacto de los secuestros y la crudeza de los asesinatos amordazaron las voces de muchos de estos colombianos que exigían y debían ser escuchados. Con el silencio de las armas del conflicto con las FARC esas voces se comienzan a escuchar; los murmullos ganan cada vez más fuerza.
Este trabajo periodístico quiere precisamente escuchar esas voces; a quienes tienen un testimonio directo de este conflicto. A quienes hoy tienen la certeza de que el problema no solo era la guerra; que detrás del combate hay toda una problemática de seguridad, de educación, de salud, de necesidades básicas insatisfechas.
Para lograrlo, el equipo del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes tuvo como punto de partida su estudio de opinión pública más reciente: Colombia Rural Posconflicto 2017, que analizó opiniones, actitudes, intereses, necesidades y expectativas de la población colombiana en zonas donde se implementan los programas del posconflicto. Esas regiones son: Macarena–Caguán, Andén Pacífico, Bajo Cauca y Cordillera Central.
A partir de allí y con esa información, entre enero y noviembre de 2018, viajamos nuevamente a las regiones, nos reunimos con sus habitantes, con las autoridades locales, con la academia y con organizaciones civiles para que nos dieran sus testimonios y nos contaran sus experiencias; para darles rostros a los indicadores del Estudio. Realizamos también un trabajo de grupos focales con hombres y mujeres, jóvenes y adultos, en cada una de estas regiones, con el fin de tener detalles más puntuales de la vida cotidiana de los municipios que las conforman. La gran mayoría de los nombres de los entrevistados fueron cambiados para protegerlos, debido a que las condiciones de seguridad en estas poblaciones aún son difíciles.
Este especial periodístico muestra una radiografía general de estas cuatro macrorregiones, sobre la realidad, las problemáticas, las necesidades y las expectativas de sus habitantes. Pero sobre todo es una apuesta por escuchar las voces no oficiales; ese otro relato del conflicto y de los desafíos que la construcción de paz les plantea a estos colombianos y, en general, a todo el país.