Una campaña por la democracia

El fortalecimiento de las elecciones, una mayor confianza en los partidos políticos y la consolidación de la participación ciudadana ayudarían a que el Bajo Cauca rescatara su institucionalidad.

A sus 25 años, José Manuel* es todo un escéptico sobre lo que tiene que ver con política y democracia. “Eso no existe, porque democracia es que yo pueda expresar lo que yo siento. Y si yo, por x o y motivo no estoy de acuerdo con un gobernante, yo expreso lo que siento. Pero él dirá: ‘usted está hablando mucho’. ¿Qué hace? Me quitan los pasos; me silencian para siempre. Es que aquí es la ley del más fuerte; el que la tiene es el que gana. Si el dueño de la tierra no la vende; lo desplazan o lo matan; pero no lo dejan sano”.

El desencanto de José Manuel con la democracia no es un fenómeno extraño en la región del Bajo Cauca, menos aún en medio de una realidad con tantos actores legales e ilegales definiendo cada día el rumbo de las poblaciones que allí habitan. De acuerdo con el estudio Colombia Rural Posconflicto 2017, el 51.3% de los ciudadanos de esta zona del país cree que la democracia es la mejor forma de gobierno. Es una cifra que preocupa si se compara con el mismo indicador de 2015, que se ubicó en 63%, lo que muestra una caída en esa creencia de más de 10 puntos porcentuales.

Pese a esa baja en el indicador y en contraste con la posición de José Manuel, Claudia* aún apuesta por la democracia y cree que puede ayudar a resolver algunos de los problemas del Bajo Cauca. “Es un sistema adecuado, aunque permite la desigualdad. La democracia es la que tenemos y es la que debemos ejercer. Pero dentro de la democracia hay factores que van oscureciendo ciertos puntos. Por ejemplo, democráticamente, las empresas deben estar funcionando. Necesitamos empresas. Pero a veces abarcan más de lo necesario. Hemos visto que el mismo gobierno les ha dado aval, por ejemplo, para que compren las tierras y nunca podemos volver a ellas. La democracia que debemos lograr es esa que viene siendo algo parecido a la paz, para así trabajar juntos por ver un futuro mejor”.

Esos peros que tanto José Manuel como Claudia, así como muchos otros habitantes de la región le encuentran a la democracia, dicen mucho de por qué el apoyo al sistema político no es completo; porque no los convence del todo. El mismo estudio muestra que si bien en 2017 ese respaldo se elevó a 54.9%, con respecto a 2015, cuando se ubicó en 51.6%, no significa que el apoyo sea mayoritario; apenas logra persuadir a un poco más de la mitad de estos ciudadanos.

Pero cómo respaldarlo si, por ejemplo, el único momento para solicitar inversiones sociales es la campaña electoral; como si nos estuvieran haciendo un favor”, asevera José Manuel y agrega: “Nosotros esperamos que posiblemente el otro año, cuando comienzan nuevas campañas políticas para alcaldes y concejales, sea posible que se manifiesten con el acueducto. Los aspirantes a las alcaldías son los que traen mayores propuestas para nosotros y nos incumplen. Tenemos como doce años esperando el acueducto. En cada movimiento de campañas y en cada mandato, lo prometen. Y nunca ha llegado”.

Claudia confirma que así son las cosas en Puerto Libertador y en los municipios vecinos. “Al principio nos dicen ‘sí, sí, sí, espérenos’. Dicen que van a mirar el terreno y ahí se queda. Nosotros somos como los niños. A los niños los embolatan con cualquier dulce. Entonces a nosotros, a veces, nos ofrecen, como a los niños, el dulce; el niño se va detrás del dulce, y nosotros también. Nos ofrecen cualquier clase de proyecto y nosotros vamos por eso, pero la mayoría de veces eso no se da”.

Las promesas rotas de uno y otro político han minado también la confianza en los partidos políticos. Según el estudio Colombia Rural Posconflicto, estas colectividades son la institución –entre 12- en la que menos confían los habitantes de Bajo Cauca. Solo lo hace un 15.1%. 

Aquí los partidos políticos son una rosca de la Alcaldía. Aquí no se bajan de la familia. Es decir, el líder monta a toda su familia y amigos al poder. Pero eso sí, no quiere que otro aprenda cómo se llega allá. Para eso sirven los partidos”, afirma José Manuel.

Los partidos políticos son la institución –entre 12- en la que menos confían los habitantes de Bajo Cauca. Solo lo hace un 15.1%

Por eso, según Claudia, muchos de los ciudadanos participan activamente en reuniones de partidos políticos durante la época electoral. Lo hacen porque esperan obtener un empleo a través del candidato que apoyaron. En campañas hay apoyo a políticos. El interés es que los vean trabajando. Se pegan para que cuando estén en el cargo, los ayuden. En la alcaldía hay mucho trabajador que empezó con el alcalde y él los tiene ahí. Eso es rosca, es buena si uno está en ella”.

La compra de votos es otra de las prácticas comunes, en esta región, en época de elecciones. Una práctica que también deteriora a la democracia y a los partidos políticos. “Eso se llama sobornar el voto para la comunidad. Y la gente se deja comprar porque hay mucha necesidad. Aquí cuando hay elecciones para alcaldía la abstención es alta porque ya acostumbraron a la gente al: ‘si no me dan, no voto’. Aquí no hay voto democrático”, insiste Claudia.

Con este panorama de compraventa de votos y de debilitamiento de la democracia, la participación cívica aparece como una alternativa para enderezar el camino. De acuerdo con el estudio, la confianza en las Juntas de Acción Comunal –JAC- es de 60.2% y la participación en sus reuniones llegó a ser de 64.8%.

Según José Manuel, en unos barrios las JAC funcionan bien, pero en otros no. “En el barrio mío sí hacen reuniones, o hacen convocatorias de empleo. Por ejemplo, la otra vez una empresa llamó a la presidenta de la JAC diciendo: ‘necesitamos trabajadores de tal y tal área’ y ellos mandaban las hojas de vida”.

La confianza en las Juntas de Acción Comunal –JAC- es de 60.2% y la participación en sus reuniones llegó a ser de 64.8%.

Claudia tiene una opinión diferente. “Solamente juegan a arreglar la carretera; es lo único. De cuatro que prometieron, no hay nada aún. No se sabe quiénes son los líderes; ni hacen reuniones ni convocan a nada”. Por eso sentencia: “aquí ni las JAC, ni los políticos ni nadie nos soluciona esto. Nos toca a nosotros y, para eso, tenemos que despertar y dejar de comer cuento”.

*Nombres cambiados por seguridad.